El manuscrito que unió a judíos y musulmanes “Los guardianes del libro”
LA AUTORA GERALDINE BROOKS
‘Los guardianes del libro’, la nueva novela de la escritora australiana Geraldine Brooks, está inspirada en la historia real de la Haggadah de Sarajevo, un texto religioso judío sefardí que fue manuscrito en Barcelona en el siglo XIV y que se encuentra expuesto actualmente en el Museo Nacional de Bosnia y Herzegovina en Sarajevo.
------------------------
FRAGMENTO LITERARIO DEL PAÍS SEMANAL
Dos familias, dos guerras, dos rescates, un códice. La autora de ‘Los guardianes del libro’, de próxima publicación en España, relata aquí una historia de solidaridad entre culturas. Todo empieza en España en el siglo XIV con un manuscrito judío. Por avatares de la historia, el texto acaba en Sarajevo. El siglo XX termina de configurar una cronología alimentada por el terror. En 1941, Dervis Korkut es el jefe de la Biblioteca Nacional de la capital bosnia. Es musulmán, pero uno de los libros que más protege es la ‘Hagadá’, aquel texto judío nacido en el otro extremo de Europa. Con astucia, lo salva de la destrucción segura a manos del ejército nazi que invade la ciudad. Ese volumen es la metáfora de otros dos rescates: Dervis salva a Mira, una muchacha hebrea que huye de la barbarie, y Mira salva, muchos años y suplicios después, a la hija de Dervis. La ciudad de Tel Aviv completa este círculo dibujado a lo largo de los tiempos.
---------------------
EL LIBRO “LOS GUARDIANES DEL LIBRO”
El terror se desató el 16 de abril, cuando el ejército alemán entró en Sarajevo y saqueó las ocho sinagogas de la ciudad. El pinkas de Sarajevo, un registro completo de la comunidad judía desde sus inicios, fue confiscado y enviado a Praga y nunca se pudo recuperar. A continuación llegaron las deportaciones. Los judíos, gitanos y serbios de la resistencia recurrieron frenéticamente a sus vecinos musulmanes o croatas para que los escondieran. El miedo a la denuncia se extendió por la ciudad y penetró en todos los lugares de trabajo, incluidos los impresionantes vestíbulos neo renacentistas del Museo Nacional de Bosnia.
El jefe de la biblioteca del museo, un erudito islámico llamado Dervis Korkut, ya había dejado claros sus sentimientos antifascistas en un artículo que defendía a los judíos de la ciudad. Era un hombre atractivo y elegante, con un bigote cuidadosamente recortado, que vestía trajes de tres piezas bien acompañados por un fez. A principios de 1942, cuando Korkut oyó que un comandante nazi, el general Hans Johann Fortner, se había presentado en el museo para hablar con su director, temió por el más preciado tesoro de la biblioteca del museo, una obra maestra del judaísmo medieval conocida como la Hagadá de Sarajevo. Una Hagadá –de la raíz hebrea HGD– relata la historia del éxodo de Egipto, que los judíos tienen la obligación de contar a sus hijos. Se coloca en la mesa durante la cena de la Pascua judía. Las manchas de vino en las páginas dan fe de que este libro, a pesar de su lujoso diseño, se utilizó en dichas fiestas.
Corrían rumores en esa época de un incipiente plan de Hitler para crear un Museo de una Raza Extinta. Las sinagogas y los edificios comunitarios de Josevof, el barrio judío de Praga, se habían salvado de la destrucción para que, cuando se hubiese exterminado a todos los judíos de Europa, se convirtiese en una caricaturesca ciudad que pudiesen visitar los turistas arios. Al final de la guerra, los alemanes se habían hecho con un botín de más de 30.000 objetos judaicos: mantos de seda para la Torá, chales de oración, copas y platos rituales de plata, retratos y objetos domésticos que eran el reflejo de siglos de vida judía. Y había más de 100.000 libros yiddish y hebreos. Es fácil que la Hagadá de Sarajevo fuese uno de ellos.
Cuando el director del museo, un respetado arqueólogo croata que no hablaba alemán, llamó a Korkut para que hiciese de intérprete, unos minutos antes de reunirse con Fortner, Korkut suplicó que se le permitiese guardar la Hagadá y mantenerla fuera del alcance nazi. El director se mostraba reacio: “Arriesgarás tu vida”. Korkut respondió que, como Kustos (conservador de los 200.000 volúmenes de la biblioteca), era responsable del libro. De manera que los dos hombres se dirigieron a toda prisa al sótano, donde estaba la Hagadá, guardada en una caja fuerte cuya combinación sólo conocía el director. Éste sacó el libro. Korkut se levantó la chaqueta, metió el pequeño códice, que medía unos 15 por 23 centímetros, en la cinturilla de sus pantalones y los dos señores volvieron a subir las escaleras para encontrarse con el general.
El hombre que estaba tan decidido a proteger un libro judío era el vástago más joven de una próspera familia de alims (intelectuales) musulmanes, famosa por haber dado varios jueces de la ley islámica. El hermano de Dervis, Besim, un profesor de árabe, realizó la primera traducción buena del Corán al serbocroata. Dervis, nacido en 1888 en la antigua capital otomana de Bosnia, Travnik, aspiraba a ser médico, pero su padre insistió en que continuara con la tradición familiar de los estudios religiosos. Estudió teología en la Universidad de Estambul e Idiomas de Oriente Próximo en la Sorbona. Hablaba al menos 10 idiomas y durante un tiempo fue el responsable del Ministerio de Asuntos Religiosos del Reino de Yugoslavia y ejerció como cónsul honorario en Francia. Su interés más permanente era el que sentía por la cultura de las comunidades minoritarias de Bosnia, incluidos albanos y judíos.
Traducción de News Clips. ‘Los guardianes del libro’, de Geraldine Brooks, se publica el 4 de septiembre en RBA.
Fuente: El país Semanal
No hay comentarios:
Publicar un comentario