Crear un solo estado democrático en Israel/Palestina
Joel Kovel es académico y activista. Ha publicado más de cien artículos y reseñas, y nueve libros, entre ellos White Racism (Racismo blanco), nominado para el Premio Nacional del Libro de 1972; A Complete Guide to Therapy (Guía completa a la terapia); The Age of Desire (La era del deseo), que explica su trabajo en el sistema psiquiátrico-psicoanalítico; Against the State of Nuclear Terror (Contra el estado de terror nuclear); In Nicaragua (En Nicaragua); The Radical Spirit (El espíritu radical); History and Spirit (Historia y espíritu), 1991; Red Hunting in the Promised Land (La represión de los comunistas en la tierra prometida), 1994, un estudio de la represión anticomunista en Estados Unidos; y The Enemy of Nature: The End of Capitalism or The End of the World (El enemigo de la naturaleza: El fin del capitalismo o el fin del mundo), Zed, 2002. Desde el 2003 ha sido redactor de la revista trimestral Capitalism Nature Socialism. Su último libro, Overcoming Zionism (Vencer el sionismo), provocó una lucha sobre la censura cuando la editorial de la Universidad de Michigan decidió no distribuirlo temporalmente.
Revolución: Mucha gente está familiarizada con el estado de Israel, con el pueblo judío y hasta con el judaísmo. ¿Pero qué es el sionismo?
Joel Kovel: La palabra tiene una larga historia. Sión era la tierra que el dios de los israelitas les prometió en la Biblia. Cuando los judíos perdieron su templo en el primer siglo y se encontraban esparcidos por muchas partes, la idea de regresar a una patria persistía. La historia moderna del sionismo empezó a fines del siglo 19 cuando le dio su forma actual Theodore Herzl: el destino del pueblo judío solo se podría realizarse por medio de un estado-nación, que al final tenía que ser en la Palestina histórica. Así que el sionismo es una ideología que da por sentado esa idea, y la vincula al bienestar y cumplimiento de los judíos de todas partes. Llevó a sus partidarios judíos a iniciar el proceso de crear un estado en la Palestina histórica, y todavía es la ideología organizadora del estado de Israel y de gran parte de la comunidad judía de Estados Unidos y otros países.
Revolución: En su libro dice que el sionismo es una ideología racista. ¿Puede explicar eso?
Kovel: Si uno piensa en esta ideología, capta que es por necesidad racista. Pero a la mayoría no se le permite pensar en ella debido a la represión sionista. Si construye un estado en una tierra que no le pertenece pero que es habitable, ya tendrá habitantes y a esos habitantes no les agradará su presencia ni le van a entregar la tierra voluntariamente. Así que para los sionistas la construcción de un estado requirió la conquista de los pueblos indígenas, que tiene muchos paralelos a todo el movimiento imperial-colonial de la civilización occidental. Típicamente, tras conquistar tal estado por medio de la violencia y medidas ilegales, hay que esforzarse por hacer que parezca legítimo. Y la mejor manera de hacer eso es decir que ha conquistado a un pueblo inferior que no merece todos los derechos humanos, o que son unos bárbaros sin civilización o terroristas por naturaleza. De todos modos, requiere someter a los desplazados y conquistados a una situación degradante, y esta es la esencia del racismo. El racismo se ve por toda la historia del estado de Israel, que requiere un proyecto continuo de limpieza étnica y que ha fomentado una reacción racista, que impregna toda la sociedad israelí.
Revolución: ¿Y qué dice a los que afirman que criticar al estado de Israel es antijudío o antisemítico?
Kovel: No hay ninguna razón a priori para equiparar a los dos. De ninguna manera soy la única persona de extracción judía a quien no le gusta el estado de Israel. De hecho, es un tema odioso para muchísimos judíos, entre ellos muchos judíos muy religiosos. No soy uno de estos, por supuesto, pero muchos judíos ortodoxos piensan que el estado de Israel es una abominación por varias razones que no comparto necesariamente. No solo los que no son judíos se oponen a Israel. La acusación de antisemitismo se debe a la creencia sionista de que Israel es la única manera en que el pueblo judío puede sentirse realizado. Pero esta es una idea muy dudosa y oponerse a esta idea no tiene nada que ver con el odio existencial a ser judío (“judeofobia”) del auténtico antisemitismo.
El antisemitismo, como todas las formas de racismo, le quita a un pueblo de su propia historia. Pero criticar a Israel es un método de sumar a la historia, de ver a Israel históricamente, de ver al pueblo judío históricamente. Por eso en su esencia no es racista criticar a Israel si se hace con el espíritu de investigación abierta. Por supuesto, los antisemíticos también critican a Israel, pero no lo hacen con el espíritu de una crítica abierta fundamentada en la historia.
Revolución: ¿Cómo respo nde a los que dicen que debido a su historia de persecución, los judíos necesitan un estado donde pueden vivir con seguridad?
Kovel: Bueno, pienso que es una idea terrible. Incluso si fuera una idea razonable en cierto momento, 60 años del estado de Israel han echado abajo esa idea. Solo hay que examinar la historia de Israel y los 60 años de sangre y fuego que causó. Es el único lugar de la Tierra donde los judíos están en peligro ahora, y esto es una consecuencia directa de la necesidad de conquista y limpieza étnica, y de la reacción de los conquistados. El sionismo nunca puede tener legitimidad moral, porque requiere apoderarse del país de otro pueblo para crear el supuesto “lugar otorgado por dios”. Es cierto que a los judíos los han traumatizado, y ese trauma llegó a un punto culminante durante el Holocausto, pero no es justo tratar mal a otros porque le han tratado mal a uno, especialmente cuando los que ahora son las víctimas de ese tratamiento son unos inocentes de esa historia, que es sin duda alguna el caso de los palestinos. Así que es comprensible, especialmente tras el Holocausto, que los judíos tengan la idea de que necesitan un estado por razones de seguridad y un refugio de la persecución. Es comprensible, pero esto no quiere decir que es justo, intelectual, histórica o moralmente. No lo es.
Revolución: Han acusado a Israel de tratar a los sobrevivientes del Holocausto que viven ahí peor que cualquier otro país del mundo. ¿Puede explicar eso?
Kovel: No escribí sobre eso en mi libro porque me enteré de esto después de que se publicó. Es una infamia, pero unos sobrevivientes del holocausto —hay unos 250,000 en Israel— han acusado al estado judío de tratarlos muy mal. Esto ha pasado a pesar de que el estado de Israel busca legitimarse diciendo que es un lugar donde las víctimas judías de la persecución pueden pasar la vejez con seguridad y felicidad. Pero una cosa que está pasando en Israel es la neoliberalización, que lleva al crecimiento de la brecha entre ricos y pobres, y a una sociedad cada vez más despiadada. Los sobrevivientes del Holocausto no contribuyen a lo que necesita Israel, que es el poder militar y las destrezas técnicas; son unos ancianos inútiles. Es una crítica elocuente de la sociedad israelí que desatienda a estas personas, cuya sobrevivencia fue ocasión para el establecimiento del estado judío en primer lugar.
Otro nivel de ironía es que estos sobrevivientes del Holocausto en Israel protestan contra su propio gobierno y alaban al gobierno alemán. Dicen que les gustaría regresar a Alemania para pasar su vejez en un país que a lo mínimo reconoce sus derechos humanos. Alemania le dio $80 mil millones a Israel para cuidar a los sobrevivientes del Holocausto —dinero de culpa— y parece que Israel ha desviado gran parte del dinero y lo ha destinado a las fuerzas armadas. Desvió fondos para los sobrevivientes de Auschwitz y lo destinó a la construcción de sistemas de armas. Es un lugar increíblemente corrupto.
Revolución: Mencionó el sionismo cada vez mayor del gobierno de Bush. Un fenómeno que hemos visto últimamente es el desarrollo del sionismo cristiano en este país. ¿Puede hablar sobre la relación entre el sionismo y el movimiento fascista cristiano en Estados Unidos?
Kovel: A la derecha la impulsa cada vez más la religión. Esto no era el caso de los “paleoconservadores”, que eran hostiles a los movimientos evangélicos y muchas veces antisemíticos. Pero por razones sociopolíticas complejas, esto ha cambiado mucho. No cabe duda de que el gobierno de Bush II tiene una base de fundamentalistas cristianos a ultranza, ejemplificados por Mike Huckabee, que recorrió el país dando discursos sobre el creacionismo y la verdad textual de la Biblia. Han desempeñado un papel importante en la política estadounidense desde 1980, y desempeñan un papel enorme en el gobierno de George Bush en parte porque el segundo Bush comparte estas creencias. Simpatiza con su punto de vista y se ha rodeado de gente con esas ideas.
El gobierno de Bush, que inició una fase de guerras de prevención agresivas, necesitaba básicamente un cuadro con ideas parecidas. Bush y Cheney no pueden hacer todo lo que quieren hacer si sus subordinados inmediatos no están de acuerdo. Así que reclutaron una red de “neoconservadores”, algunos de los cuales son cristianos, muchos de los cuales son judíos y todos los cuales son ultrasionistas. El sionismo es como el pegamento que mantiene unida toda esa gran infraestructura de la élite de la política exterior, y sin duda ha sido un factor necesario en la planificación y ejecución de la guerra de Irak. No cabe duda. Lo que vemos es la decadencia venidera de ese movimiento fundamentalista cristiano en Estados Unidos, y será interesante ver cómo y si tiene resonancia en el mismo sionismo judío.
Revolución: Últimamente lo que ha dominado las noticias acerca de Israel y Palestina ha sido la especulación sobre la creación de un miniestado palestino. Su libro Overcoming Zionism se opone a una solución de dos estados. ¿Por qué?
Kovel: Primero, esto es un problema que tienen que resolver a la larga los involucrados, los palestinos y los israelíes judíos. Pero yo creo que una solución de dos estados es equivocada, política y moralmente, y que es imposible. La alternativa, que es la transformación de Israel parecida a la transformación del apartheid en Sudáfrica, sería extremadamente difícil y no es una posibilidad inmediata. Pero el interés en un “solo estado democrático” está cobrando fuerza y es una meta viable si hay suficiente despertar por todo el mundo.
La solución de dos estados no es viable, primero, porque Israel ha destruido las posibilidades físicas y políticas de construir un estado coherente para el pueblo palestino. Esto se debe a la invasión de terrenos palestinos por 450,000 colonos israelíes, la construcción de muros monstruosos y las carreteras solo para judíos, que han reducido los terrenos palestinos ya disminuidos a pequeños trozos. Forjar un estado palestino viable en tal situación es imposible; o visto desde otro ángulo, requeriría desmantelar a Israel.
Además, en la lógica de la solución de dos estados que proponen las potencias dominantes, los palestinos no tendrían un estado auténtico con soberanía y sus propias relaciones exteriores. Es más como los “bantustanes” que instaló Sudáfrica durante el apartheid, que son básicamente reservas donde los pueblos indígenas viven en el silencio relativo como una fuerza de trabajo controlada. Esto por supuesto sería mejor que la actual ocupación; por espantoso que fuera, el apartheid sudafricano fue menos infrahumano que el sionismo israelí, cuya meta es aniquilar al pueblo palestino. No obstante, los indígenas tendrían una vida de pobreza extrema sin poder político, según las propuestas de dos estados. Israel ya está en la misma categoría que Sudáfrica en la época del apartheid. Y si impone la solución de dos estados, seguiría más en ese camino. La solución de dos estados que se ha propuesto se parece a una solución de bantustanes, muy parecida al gobierno sudafricano del apartheid.
Me parece que lo malo es preservar al estado de Israel en la forma de un estado judío-sionista en que se ha evolucionado desde hace 60 años. Como he tratado de esbozar en el libro, esta es una formación intrínsecamente contradictoria que solo puede sobrevivir si ataca a sus vecinos y extiende el racismo. Una solución de dos estados, con un estado judío igual al de hoy, probablemente sería un preludio al traslado de los árabes palestinos de Israel al estado palestino, que es una situación horroroso.
La solución de un solo estado es una situación muy difícil y nadie sabe con precisión cómo realizarla, pero tiene una gran ventaja en comparación con la solución de dos estados: incorpora la idea de los derechos humanos universales y la democracia en los cimientos, así que se puede ver que hay una conexión lógica entre los fines y los medios. Sin embargo, la solución de un solo estado requiere la transformación de Israel en un estado que no es de y por el pueblo judío, sino de todos sus ciudadanos. Yo creo que esa es una muy buena idea. Creo que es buena para el pueblo judío, que en realidad ha estado dañado por los años de triunfo sionista, que los convirtieron en conquistadores brutales que han perdido gran parte de los valores de civilización que adquirieron durante los siglos como minoría oprimida en Europa. A lo mínimo los judíos europeos consiguieron muchos logros, especialmente después de la emancipación a comienzos del siglo 10. El principal logro del estado de Israel, sin embargo, ha sido militarismo, conquista y racismo. Esto les hace daño a todos.
Quiero subrayar que para mí la solución de un solo estado debe ser una transición a una solución de ningún estado. El ejemplo de la transformación de Sudáfrica es muy contundente y plantea preguntas serias. Los sudafricanos vencieron una forma de sociedad racista en gran medida haciendo un arreglo con el capital transnacional, especialmente con el Fondo Monetario Internacional, y esto ha tenido consecuencias ruinosas. Así que lo primordial que quiero plantear es: al construir un solo estado, hay que asegurar en lo posible que tiene un contenido socialista. Tiene que ser un estado más allá del capitalismo, o sea un estado más allá de las clases, y por eso a fin de cuentas dejará de ser un estado. Sabemos que esto no está a la vuelta de la esquina, pero tiene que ser la concepción que nos motiva al trazar planes para una sociedad digna para los seres humanos, en Palestina y en Israel.
Revolución: ¿Cuál ha sido la recepción de su libro Overcoming Zionism, tanto positiva como los esfuerzos por censurarlo?
Kovel: En cuanto a la “recepción oficial”, y de gran parte de los medios izquierdistas y liberales, lo han hecho caso omiso. Hasta la fecha ninguna publicación con amplia circulación ha publicado una reseña adecuada. Esta situación empeoró el verano pasado cuando los sionistas de Michigan, donde distribuye el libro la editorial de la Universidad de Michigan, lo atacaron. Como consecuencia de ese ataque, lo retiraron de la circulación, o sea, lo prohibieron. Eso provocó una campaña muy exitosa de la izquierda. Debido al trabajo del Comité en pro de una Discusión Abierta del Sionismo [www.codz.org], volvieron a circularlo y reafirmamos el contrato con la editorial, Pluto Press de Londres. Pero esta amenaza continúa. En general, este suceso fue positivo. Significa que el libro es peligroso a los que quiero que se sientan en peligro, o sea los sionistas y los grupos de presión sionistas, y lo toman en serio tanto que quisieron censurarlo. Me parece que esto es porque decidieron que hacer caso omiso no sería suficiente.
Hay que decir también que muchos han leído el libro. Muchos me han dicho que les gusta y que les ha influenciado. Los conmueve y les da una oportunidad de estar plenamente consciente de ciertas ideas que antes eran prohibidas, a saber que Israel no tiene el derecho de existir, porque ningún estado tiene el derecho de existir, o que el sionismo es una doctrina racista. Estas son dos ideas que no se debe tener y de que no se debe hablar. Hay serias consecuencias si uno dice que sionismo es racismo o que Israel no tiene el derecho de existir. Pero ahora se sienten cada vez más libres de hablar de eso. Contribuir a eso es un gran avance, así que la respuesta al libro me agrada mucho.
Fuente: La entrevista de Revolución
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