Vi una nueva maniobra de distracción en Palestina
Por: Abdel Bari Attwan
Traducción: Jalil Sadaka
Issak Shamir, que presidió la delegación israelí en la Conferencia de paz de Madrid celebrada en 1991, solía afirmar que negociará con los árabes a lo largo de veinte años sin ninguna concesión. Casualidad o no Netanyahu era el portavoz de la delegación sionista en aquella conferencia, aprendió el arte de regateo de su maestro, preside en este momento uno de los gobiernos más derechistas y extremistas en historia de Israel. Este alumno aventajado del arte de regateos y el engaño es el que anuncia su disposición reanudar las conversaciones de paz con los palestinos, en respuesta a los esfuerzos de John Kerry que tuvo que realizar 6 visitas. A la zona en menos de 4 meses para conseguir este compromiso. Al otro lado de la mesa de negociaciones se sentaran los representantes de Abbas, que aceptó, por fin, la reanudación de las negociaciones sin haber cumplido las condiciones. No sabemos con certeza los compromisos que llevaron al presidente del al ANP aceptar las presiones norteamericanas.
Pero si intuimos las presiones de Kerry y las promesas económicas de una ayuda de 4.000 millones de dólares de inversiones en proyectos cuyo objetivo mejorar la vida de los habitantes de Cisjordania, con una clara intención de hacer que se olviden de sus demandas nacionales, siguiendo el ejemplo de Tony Blair con Irlanda del Norte.
El mayor problema de los palestinos en relación con Abbas y su camarilla no solo el que les halla convertidos en un banco de pruebas para los sionistas y los norteamericanos, sino que en esclavos de los sueldos de miseria para sobrevivir. Por consiguiente el tema palestino se ha quedado limitado a un asuntos que incube solo a los habitantes de la orilla oeste del Jordán, marginando a más de seis millones de palestinos que viven en los campos de refugiados de la diáspora y dos más en la Franja de Gaza. El destino de todos estos palestinos no puede depender única e exclusivamente de Abbas y su asesor más próximo Saaeb Eriqat. La catástrofe es que los palestinos parecen resignarse a esta situación, lo que le anima a seguir maniobrando para monopolizar las decisiones sobre su futuro.
Netanyahu que no realizó una sola concesión importante para reanudar las conversaciones de paz, será sin duda el ganador, igual que en anteriores conversaciones. Hay muchos ejemplos que confirman este vaticinio.
Netanyahu acostumbrado a las concesiones de Abbas incluso en temas superfluos o simbólicos como el obligar a ANP a desmantelar un foco de rayos laser que estaba montado en el mausoleo de Arafat y que dirigía sus haces de rayos hacia la ciudad de Jerusalén. En otra ocasión Abbas fue obligado a quitar una bandera palestina en una rotonda por el que pasaba el coche del presidente casi todos los días, simplemente porque la presencia de esta bandera situada frente a un asentamiento judío provocaba u ofendía a los colonos.
Con estos antecedentes que demuestran que Netanyahu no acepta que un rayo láser se dirija a Jerusalén, ni que la bandera palestina hondee en una plaza cercana a un asentamiento, ¿cómo podríamos esperar que aceptara poner fin a la colonización o la creación de un estado palestino?
Lo vergonzoso no es el modo de actuación de Abas y su camarilla, que arrugan la representación del pueblo palestino y negociar en su nombre, sin respetar los limitas unánimemente establecidos, sino es la falta de respuesta por parte de los elites palestinas y del el pueblo palestino su conjunto que se rebela contra esta vergonzante situación.
El interés de Kerry de conseguir sentar a los palestinos y los israelíes en la mesa de negociación puede presagiar que estamos ante una posible intervención militar en la región, quizás una guerra contra Siria, Hizuallah o Irán, para la cual se requiere un frente árabe aliado. Repitiendo la situación anterior a la guerra contra Iraq, o la guerra contra el terrorismo.
El presidente Abbas no puede dar cubertura a este tipo de actuaciones, ni puede hablar en el nombre de todos los palestinos, permitiendo al gobierno derechista de Netanyahu la oportunidad de mejorar su imagen en el mundo.
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