El egoísmo maligno y la civilización
A lo largo de la historia de la humanidad no han cesado las guerras y las destrucciones, pero también la paz y la construcción han tenido sus periodos largos e importantes en forjar unas civilizaciones, que tuvieron en cuenta que la razón de nuestra existencia es mucho más noble y beneficiosa que nuestra destrucción y desaparición, empujadas por un egoísmo maligno.
La maldad reside en las mentes de las personas egoístas y es el foco principal de cualquier conflicto entre los seres humanos; sean individuales o colectivos. De allí vienen los males representados en guerras y desastres provocados por el ser humano, sin olvidarnos que ese egoísmo se contagia a toda una población a través de unos pensamientos, ideales e histeria colectiva, transmitida de generación en generación por la educación que padres y sociedad transmiten a los niños. Dicho esto parece que el ser humano está condenado al fracaso en su conducta, de mantener la existencia y la coexistencia de su especie, pero en realidad esto no es del todo cierto, puesto que esa especie y por su naturaleza como el resto de los seres vivos, lucha por mantenerse y busca las fórmulas adecuadas para ello. Entre estas fórmulas se encuentra lo que llamamos la civilización, es decir, el establecimiento de unas normas que hagan para una sociedad de salvavidas, ante cualquier evento de conflicto social que le lleve a su destrucción
A primera vista, la civilización no muestra este fin, pero si entramos a ver una sociedad en civilización por dentro, encontramos que toda la vida de la misma gira alrededor de la búsqueda del vivir y dejar vivir en paz, siendo el egoísmo bueno, el protagonista de esta finalidad, ya que queremos estar y no desaparecer. Claro está para todo esto hacen falta leyes y normas de convivencia, de eso se ha encargado a lo largo de la historia muchas civilizaciones que nos han dejado una herencia muy valiosa en materia de leyes y normas. Dichas civilizaciones y sin que sean ideales han tenido sus mas y menos éxito en encontrar el equilibrio entre el egoísmo y el sacrificio, cuestión que seguimos al día de hoy sin encontrar la ecuación perfecta para ello, no tanto en las teorías que hay muchas, pero en la práctica espontanea de naturaleza de sobrevivir o la programada que en algunos casos sus resultados han sido totalmente opuestos al deseado, debido a la sinrazón de creer que lo que queremos aplicar es la perfección absoluta y suprema llena de razones. Obviamente, prácticas llevaron a que el egoísmo maligno, se apodere de las mentes y lleve al precipicio una o más sociedades.
Los pensamientos que se han apoderado de ellos el egoísmo maligno y les llevó a la histeria colectiva, entraron en la fase del racismo y el rechazo a cualquier cosa, persona, idea que no vaya totalmente con su doctrina, por lo que no deja margen de discrepancia o diferencia aunque fuera aparente (no admite ni que tengas un aspecto diferente). Trasladado esto a la colectividad de una sociedad, da un resultado peligroso, primero a ella aunque no lo sienta, puesto que creen estar en un único caldo homogéneo, acaban devorando a sus propios hijos. Pero antes y mientras han podido destruir a otras sociedades y civilizaciones, su histeria colectiva es un veneno que corre por las venas de su sociedad y se establece el cordón umbilical que alimentado por un sentimiento de identificación (sea nacional, religioso, tribal…) les mantiene viva esta histeria.
Muchos pensamientos e ideales han sido víctimas del egoísmo malo a lo largo de la historia y no aprendemos de ellos, puesto que al día de hoy viven entre nosotros y se alimentan de muchas mentes contaminadas por ese veneno que lleva el cordón umbilical. De estos se encuentra el más cruel y su naturaleza a la que no se le conoce igual, me refiero al sionismo que acabó centrando todo el mal de nuestra historia humana en él y anda envenenando las mentes allá donde sus dueños son débiles o su egoísmo alcanza un nivel de maldad que admite todo tipo de atrocidades con tal de seguir ellos en la cresta de: un bienestar, una cumbre de poder, una posición social… etc.
La lucha continua, porque no es solo para enfrentarse a un pensamiento maligno sino en defensa de la existencia y la coexistencia de toda la humanidad.
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