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sábado, 18 de febrero de 2012

Normalización en Jerusalén Este

Normalización en Jerusalén Este
Sabrina Sifrin para Centro de Información Alternativa (AIC), Jerusalén.
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Es

Israel: estado ocupante y colonizador, sionista y por ende racista, empeñado en el robo sistemático de territorios al pueblo palestino desde hace más de sesenta años


Si atendemos a esta definición -y no al disfraz absurdo de "la única democracia del Medio Oriente" con el que algunos y algunas insisten en vestir a ese niño ilegítimo y abusador que es el estado de Israel- la normalización, supondría dar legitimidad a las atrocidades que este poder ocupante comete día tras día con total impunidad, por lo tanto, establecer relaciones de tipo político, económico, social, cultural con Israel como si se tratase de un estado más, implica otorgarle la condición de estado legítimo, por lo que en el contexto de las relaciones internacionales Israel debería ser boicoteado y presionado para que cese su afán sionista basado en la limpieza étnica de su tierra prometida.jerusalem

La sociedad civil, internacional, nacional o local, puede ejercer presión en su demanda de aislamiento de este poder ocupante, véase por ejemplo el movimiento BDS, sin embargo, cuando atendemos a la sociedad civil palestina en Jerusalén Este, cabe preguntarse hasta que punto se le puede demandar que cesen la normalización en aras de la deslegitimación del estado de Israel. En un principio puede parecer que como población directamente afectada por las políticas racistas y discriminatorias del poder ocupante, esta población debería estar en primera línea del boicot y aislamiento, sin embargo deberíamos preguntarnos ¿hasta que punto se puede politizar una vida?

Se podría decir que Jerusalén este padece el síndrome de la doble consideración, por un lado el derecho internacional lo considera como territorio ocupado, y por otro, Israel lo considera como parte de su estado, de hecho como parte de su capital, lo que supone que todos los poderes que conforman ese estado son ejercidos en este territorio ocupado. Las implicaciones que tiene esta doble consideración son a la vez innumerables y aberrantes. De hecho la población palestina de Jerusalén este está financiando su propia limpieza étnica a través del pago de impuestos que van directamente a las arcas del mismo estado sionista que se empeña en despojarles de todos sus derechos.

Y aun así, esta población utiliza los servicios públicos que el democrático estado de Israel les ofrece, acude a sus tribunales y a sus hospitales, estudia en sus universidades y compra en sus tiendas. La normalización en su máximo exponente, y aun así, ¿se les puede culpar? ¿qué otra alternativa tienen?

El sistema de opresión y asfixia que el poder ocupante ejerce sobre los ciudadanos y ciudadanas de Jerusalén este es impecable. Si un palestino o palestina deja de pagar sus impuestos, como medida de desobediencia civil para protestar ante una situación injusta como puede ser el deficiente servicio de recogida de basuras en Jerusalén este, terminará perdiendo su residencia en Israel, ya que el pago de impuestos se considera como una prueba para demostrar que efectivamente se reside en Jerusalén. Y si un palestino o palestina pierde su residencia, pierde su vida, no hay un estado que le/la ampare.

Otro aspecto importante de la normalización en Jerusalén este, tiene que ver con el propio bienestar y desarrollo de todo ser humano. En muchos casos se opta por normalizar como único medio para satisfacer necesidades básicas, para asegurar derechos fundamentales como la educación, la justicia o la salud. Los ejemplos de normalización son innumerables.

Muchas mujeres palestinas de Jerusalén optan por acudir a tribunales de familia israelíes en vez de a tribunales tribales palestinos a la hora de presentar demandas de divorcio. Las razones son claras ya que cuando se trata de dirimir aspectos del divorcio como la custodia de los hijos/as o la pensión, un tribunal tribal siempre tenderá a primar los derechos del varón, esto es, del marido.

Si hablamos de sanidad pública, la normalización es generalizada entre la población palestina, población que paga mensualmente cantidades elevadas de dinero por esos servicios, que cuentan con más medios y más calidad que la sanidad palestina al otro lado del muro.

La normalización se da cuando existe la opción. Opción de normalizar o no normalizar, sin embargo en el contexto de Jerusalén este, dicha opción no es real, por lo tanto no existe dicha normalización, en tanto en cuanto no hay otra opción que la de normalizar, por lo que la propia normalización queda vacía de contenido.
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