“No hacen nada malo, solo defienden la lucha contra la opresión israelí desde un escenario, a través del arte. El arte es su única arma. Es una intifada cultural”
Escrito por: Rosa Paíno rosa.paino@lavoz.es
Redacción / La Voz de Galicia
Indignada, frustrada, impotente, triste... Iara Mantiñán Búa, una coruñesa de 27 años que lleva dos semanas cooperando con Freedom Theatre en el campo de refugiados palestinos de Yenín, no alcanzaba ayer a comprender el por qué de la detención por parte de soldados israelíes de Nabil al Raee, el director artístico de este oasis cultural cisjordano. «No hacen nada malo, solo defienden la lucha contra la opresión israelí desde un escenario, a través del arte. El arte es su única arma. Es una intifada cultural», afirma.
La tragedia ha perseguido a Freedom Theatre desde que dio sus primeros pasos en 1989 de la mano de Arna Mer, una activista judía de derechos humanos casada con Saliba Jamis, un palestino cristiano de Nazaret. Los tanques israelíes redujeron a cenizas el centro para niños palestinos durante la segunda intifada (2002), hasta que en el 2006 fue reabierta por Juliano Mer Jamis, siguiendo el proyecto de su madre, a la que un cáncer apartó de su misión. El deseo de Juliano se trucó en abril del 2011, cuando un desconocido lo mató de cinco disparos.
«Juliano era un padre para los niños, y si le quitan ahora a Nabil, no sé que va pasar con ellos», afirma Iara, que dirigía un curso de escritura creativa en Freedom Theatre. A Nabil se lo llevaron de su casa, donde vive con sus mujer, la portuguesa Micaela Miranda, y sus hijos, soldados israelíes enmascarados a las 3.15 horas de ayer. Otras cuatro personas también fueron detenidas.
«No sabemos por qué se lo llevaron, ni adónde ni por cuánto tiempo. Miranda preguntó a los soldados y solo le contestaron que se metiera dentro de casa», afirma. Según la cooperante coruñesa, puede estar un día, una semana o un mes detenido. En 24 horas tienen que informar al abogado, según le ha dicho Micaela, pero si pasa ese tiempo y no le dicen nada el proceso puede alargarse.
No es la primera incursión israelí. «Entran arbitrariamente cuando les viene en gana; el mes pasado se llevaron a un técnico de sonido», explica Iara, que llegó a Palestina para proseguir su estudio sobre el apartheid después de haber pasado por un gueto de Sudáfrica que plasmó en su libro Conociendo al Cape Coloured. Afirma que la Autoridad Palestina es avisada y aprueba la entrada de los soldados. «No protegen los intereses de los palestinos, están cooperando de hecho», denuncia.
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