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viernes, 22 de junio de 2012

Stop Israel Nuclear “UN MILLÓN DE VOCES EN LA ONU”

 

clip_image002 UN MILLÓN DE VOCES EN LA ONUFirma de petición _

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“Stop Israel Nuclear”

Documento de: Instituto Galego deAnálise e Documentación Internacional

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POR: *ROBERTO MANSILLA BLANCO

Diversos colectivos reunidos en la plataforma “Stop Israel Nuclear” están actualmente impulsando una campaña global que tiene por objetivo central conseguir que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas exija al Estado de Israel la apertura de sus instalaciones nucleares y su inspección por parte de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA).

Esta campaña en red es de carácter horizontal y se focaliza en la recolección de apoyos a fin de agilizar los trámites necesarios para elevar esta petición ante la Asamblea General y el Consejo de Seguridad de la ONU. Su seguimiento y actualización estará recogida en su página web: www.stopisraelnuclear.org, bajo el lema “Un millón de voces en la ONU”, con la intención de alcanzar un millón de firmas para la petición.

El momento y objetivo de esta campaña luce oportuno, tomando en cuenta la intensificación de una eventual proliferación nuclear en Oriente Próximo, en especial con relación a las presiones de la AIEA, de EUA e Israel contra el programa nuclear iraní. Esta presión revela las bases de una política de marcada ambigüedad por parte de la ONU y Occidente con respecto a los programas atómicos de dos rivales geopolíticos en la región, como son los casos de Israel e Irán.

LOS ORÍGENES: LA “DOCTRINA BEN GURIÓN”

Desde comienzos de la década de 1960 existe una implícita ambigüedad sobre el programa nuclear israelí. Si bien la comunidad internacional y determinadas declaraciones públicas de altos cargos israelíes revelan que este país posee capacidad atómica emanada de la construcción de su central nuclear en Dimona, oficialmente el Estado de Israel mantiene una velada política de silencio sobre su programa nuclear.

El influyente think tank Stockholm International Peace Research Institute (SIPRI) reconoce a Israel como un “Estado con armas nucleares no declaradas” y con capacidad atómica militar suficiente. A diferencia de Irán y Corea do Norte, y al igual que otras potencias nucleares “declaradas” como India y Pakistán, Israel nunca firmó el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) creado en 1968 y que entró en vigor a partir de 1970. En la actualidad, y según diversas fuentes, se cree que Israel posee 200 misiles nucleares tácticos.

Por tomar un ejemplo que certifica cómo Israel posee y desarrolla un programa nuclear desde hace más de cinco décadas, el semanario alemán Der Spiegel, en su edición de comienzos de junio de 2012 (1), revela que ya desde 1961 la entonces República Federal de Alemania estaba informada de los planes atómicos israelíes y que esa relación sigue vigente hasta hoy.

Este reportaje informa de una reunión mantenida en 1977 entre el entonces canciller alemán, el socialdemócrata Helmut Schmidt, y el ministro israelí de Exteriores, o mítico general Moshé Dayán, donde se abordaron cuestiones de carácter nuclear. Se considera en este reportaje que Berlín “cuida con atención especial sus relaciones con Israel como parte de su responsabilidad histórica hacia ese Estado, y observa así mismo una extrema cautela frente a cualquier crítica hacia su política” (2).

Los planes nucleares israelíes cobraron forma entre las décadas de 1950 y 1970, principalmente a partir de la visión del presidente y fundador do Estado de Israel, David Ben Gurión, de proveerse de un programa nuclear avanzado de seguridad nacional para lograr mantener “a raya” a sus “hostiles” vecinos árabes. Por tomar un ejemplo, en 1952 se creó la Comisión Israelí de Energía Atómica, encargada de llevar a cabo una cooperación secreta con Francia en lo relativo a la transferencia de tecnología nuclear (3).

Esta perspectiva de Ben Gurión confirma la tesis del historiador revisionista israelí Avi Shlaim (4) sobre la preservación de la doctrina de seguridad nacional coloquialmente denominada en Israel como “El Muro de Hierro”, una visión que sirvió de baluarte para la consolidación del Estado israelí y de la necesidad de asegurar su superioridad militar con respecto al mundo árabe.

Estos planes nucleares israelíes ya definidos en tiempos de Ben Gurión contaron con la total anuencia de Washington, particularmente a través del gobierno de John F. Kennedy. Ben Gurión observaba a EUA como un aliado estratégico y militar esencial para Israel, razón por la que se afanó personalmente en forjar una relación inquebrantable que perdura hasta el día de hoy.

Un momento clave en la concreción de esta relación entre EUA e Israel fue la visita a Kennedy realizada por la entonces ministra israelí de Exteriores, Golda Meir en Palm Beach (Florida) en diciembre de 1962(5). No obstante, ya desde 1960 algunos diarios estadounidenses, como The New York Times, así como el británico Daily Express, informaron que un “Estado no comunista” ni perteneciente a la OTAN desarrollaba un programa nuclear, identificando así a Israel (6), y que el mismo contaba con la cooperación de Francia.

Es necesario reseñar que la preocupación nuclear israelí y la concreción de su relación estratégica con Washington coincidió en los momentos más álgidos de la “guerra fría”, tras la Crisis de los Misiles de Cuba (1962) y dentro de una coyuntura en Oriente Próximo que identificaba la asunción del “panarabismo” impulsado desde Egipto por el presidente Gamel Abdel Nasser, y su consabida hostilidad hacia Israel.

Por tanto, el desarrollo del programa nuclear israelí ya estaba en marcha. Tras conocerse mundialmente la información en The New York Times, el propio Ben Gurión negó ante el Knesset o Parlamento israelí que Israel estuviera construyendo un reactor nuclear con fines militares. Sus palabras fueron reproducidas en 1963 por el entonces ministro de Defensa Shimon Peres, actual presidente de Israel, quien informó que su país no sería el primero en introducir un programa nuclear en Oriente Próximo (7).

En realidad, todos estos desmentidos ocultaban la veracidad de que Israel estaba llevando a cabo un programa nuclear. Fue entonces a partir de 1969, durante el gobierno de Golda Meir en Tel Aviv y de Richard Nixon en Washington, cuando ambos países decidieron apoyar la concreción del programa nuclear israelí y mantener la “doctrina del silencio” y de la ambigüedad vigente hasta hoy (8).

Documentos recientemente desclasificados en Washington confirman que la CIA ya sabía que Israel construía una central nuclear en Dimona desde 1958 y que, a partir de 1961, la central de inteligencia estadounidense consideraba que a lo largo de esa década, Israel tendría finalizado o bien avanzado su programa nuclear. Estas revelaciones fueron traducidas a través de diversos memorandos enviados en septiembre de 1969 por el entonces director de la CIA, Richard M. Helms, y el secretario de Estado del gobierno Nixon, Henry Kissinger (9), y que igualmente confirmaron, especialmente a partir de 1970, la no disposición israelí para firmar el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) de 1968.

Pero existe otra prueba más contundente sobre la existencia del programa nuclear israelí: la famosa polémica suscitada por la detención de Mordejai Vanonu, judío de origen marroquí ex técnico del reactor de Dimona, quien desertó de Israel a Gran Bretaña y develó los secretos del programa nuclear israelí al diario británico Sunday Times, entre ellos el hecho de que el Estado israelí podría poseer entre 100 y 2.000 ojivas nucleares (10). Vanonu fue secuestrado en Roma por el Mossad, el servicio israelí de inteligencia, y condenado en 1988 a 18 años de prisión por espionaje (11). Fue finalmente puesto en libertad en 2004.

A raíz del “caso Vanonu” (12), Occidente y especialmente EUA, certificó la realidad de que Israel constituía una potencia nuclear pero cuidó de mantener su  cooperación con el Estado israelí en lo relativo a preservar el silencio sobre el mismo, a tenor de los imperativos de seguridad de Israel. El temor israelí era precisamente que el mundo árabe, y particularmente Irán, lograran hacerse con los servicios y las revelaciones de Vanonu.

EL SILENCIO SOBRE EL PROGRAMA NUCLEAR ISRAELÍ

Esta doctrina de persuasión y contención hacia los países árabes emanada por Ben Gurión consolidó y amplió la ambigüedad israelí con respecto a su programa nuclear, determinada por lo que el profesor Avner Cohen, de la Universidad de Maryland (EUA) denomina una “estrategia profunda” (13) orientada a preservar la integridad nacional israelí.

Según Cohen, “Israel tiene un monopolio (nuclear) silencioso en Medio Oriente. Esta política permitió a casi todos olvidarse de este tema y creó en el mundo árabe la percepción de que con Israel no se puede. Esta política israelí dio un resultado fenomenal y logró su objetivo: preservar la superioridad y por ende la existencia de Israel en la región” (14) así como la percepción a nivel mundial de que Israel no utilizará estas armas nucleares “a excepción de casos extremos en las que vea amenazada su existencia” (15).

A pesar del éxito de esta política de ambigüedad, Cohen considera que “Israel es el único país nuclear que niega con insistencia su status y trata el tema como un secreto inmodificable” (16), argumentando incluso que en Israel nunca hubo debates públicos serios sobre su programa nuclear, así como de la eventual utilización de su arsenal atómico en tareas defensivas.

En el escenario regional actual, en especial ante el pulso occidental e israelí contra el programa nuclear de Irán, este persistente silencio oficial y la perspectiva de ocultar ante el mundo su programa nuclear “contradice con la esencia democrática de Israel y, en lo regional, le da excusas a Irán para marchar por un mismo y exclusivo camino” (17), fomentando de alguna forma e indirectamente la proliferación nuclear en Oriente Próximo.

Incluso, en Israel existe preocupación sobre el estado de su aparentemente único reactor nuclear, el de Dimona, localizado en el desierto do Néguev y que data su creación entre 1962 y 1964. Al no firmar el TNP, Israel no tiene derecho a acceder a la compra de ciertos insumos nucleares debido a que su reactor de Dimona no está sujeto a la supervisión internacional, un aspecto que afectaría otras áreas de desarrollo del programa nuclear israelí, como la medicina, la agricultura, la geología y especialmente la energía (18).

Aunque el tema nuclear en Israel no se tratara a través de una discusión pública con seriedad y profundidad, incluso manejándose como un “tema tabú”, es importante considerar que existen pequeñas voces académicas y grupos cívicos disidentes que demandan la suspensión del programa nuclear israelí, demandando su supervisión por parte de las organizaciones internacionales.

LA TENSIÓN NUCLEAR EN ORIENTE PRÓXIMO

Este misterio sobre el programa nuclear israelí acrecienta las tensiones existentes en Oriente Próximo, principalmente por parte iraní. Si bien Teherán defiende oficialmente que su programa nuclear tiene fines científicos y no militares, el cuadro geopolítico que se presenta para el país persa en su entorno entre Oriente Próximo y Asia Central da cuenta de una paulatina política de presión militar hacia sus fronteras que, en clara perspectiva militar, acentuaría la necesidad de proveerse de un programa atómico de defensa.

Estos factores de tensión y presión exterior hacia Teherán se identifican en la presencia de la OTAN en Turquía; en la intervención militar de EUA y de sus aliados en Iraq y Afganistán; en el acuerdo nuclear entre EUA e a India (2006) y sus respectivas tensiones hacia Pakistán y China; en la presencia naval militar estadounidense en el Golfo Pérsico; y en el tácito apoyo de Washington por mantener la política de “ambigüedad y silencio” con respecto al programa nuclear israelí.

Como válvula de escape con inciertas y hasta ahora infructuosas repercusiones a nivel internacional, Irán logró en 2010 firmar un acuerdo con Turquía y Brasil a fin de preservar su derecho a mantener un programa nuclear con fines pacíficos que, eventualmente, intentara contrarrestar los pulsos y presiones emanados desde la AIEA y Washington sobre la integridad de su programa nuclear.

La tensión entre Israel e Irán se ve igualmente reflejada por los reiterados mensajes que desde 2010 envían el actual gobierno israelí de Benjamín Netanyahu y el poderoso estamento militar de Tel Aviv, sobre la concreción de planes militares de ataque unilaterales contra las instalaciones nucleares iraníes, aún sin existir respaldo del Consejo de Seguridad de la ONU ni de Washington. Como se sabe, Rusia y China mantienen su política de veto contra cualquier tentativa de ataque contra Irán, socio energético, comercial y militar estratégico para Moscú y Beijing.

Pero es precisamente la ambigüedad de enfoque e posición que la AIEA y Washington mantienen con respecto a los programas nucleares israelí e iraní el factor que acrecienta esta tensión en Oriente Próximo. Otros países aliados de Washington en la región, como Arabia Saudita y Qatar, manifestaron públicamente su intención de llevar a cabo programas nucleares de defensa contra la presunta amenaza nuclear iraní en el Golfo Pérsico, un escenario que definiría una eventual proliferación nuclear en la región.

*Roberto Mansilla Blanco: es analista del IGADI (Instituto Galego deAnálise e Documentación Internacional)

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Referencias:

([1]) “Alemania participa en el programa nuclear de Israel con tres submarinos”, El Mundo (España), 3 de junio de 2012. Ver en: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/06/03/internacional/1338753219.html

(2) Ibid

(3) COHEN, Avner, Israel and the Bomb, Nova York, Columbia University Press, 1983. El profesor Avner Cohen es igualmente autor del libro The Worst-Kept Secret: Israel's Bargain with the Bomb, Nueva York, Columbia University Press. 2010. En ambos libros, Cohen afirma que el programa nuclear israelí ya estaba en fase decisiva en los momentos previos a la “Guerra de los Seis Días” de 1967, en la que Israel conquistó los territorios palestinos de Jerusalén Este, Gaza y Cisjordania. Cohen argumenta que la ambigüedad israelí sobre su programa nuclear afianza una política de “opacidad” y ocultamiento del mismo ante la opinión pública.

(4) SHLAIM, Avi, El Muro de Hierro: Israel y el mundo árabe, Granada, Editorial Almed, 2011. Segunda edición ampliada e actualizada. ISBN: 978-84-15063-04-9

(5) SEGEV, Tom, “Recycled Rethoric”, Haaretz (Israel), 12 de junio de 2012. Ver en: http://www.haaretz.com/weekend/week-s-end/recycled-rhetoric-1.417507

(6) LEIBOVICH, Sara, “El poder nuclear israelí: ¿un secreto a voces?”, Comunidades. Periódico Judío Independiente. Consultar en la web: http://www.delacole.com/cgi-perl/medios/vernota.cgi?medio=comunidades&numero=495&nota=495-9

(7) Ibid

(8) Ibid

(9) COHEN, Avner e BURR, William, “The Untold History of Israel´s Bomb”, The Washington Post, 30 de abril de 2006. Ver en: http://www.washingtonpost.com/wp-dyn/content/article/2006/04/28/AR2006042801326.html

(10) “Israel y su programa nuclear”, BBC en español, 23 de decembro de 2003. Ver en: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/international/newsid_3342000/3342997.stm

(1[1]) LEIBOVICH, Sara, “El poder nuclear israelí: ¿un secreto a voces?”, op.cit

([1]2) Para coñecer os pormenores do “caso Vanonu”, remitirse ao libro de FRATTINI, Eric, Mossad. Historia del Instituto, Editorial EDAF, Madrid, 2006.

([1]3) LEIBOVICH, Sara, “El poder nuclear israelí: ¿un secreto a voces?”, op.cit

(4[1]) Ibid

([1]5) Ibid

(6[1]) Ibid

([1]7) Ibid

(8[1]) Ibid

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